Desde hace algún tiempo, y en vista de los acontecimientos actuales que han hecho del mundo un lugar convulso y confuso, he estado reflexionando acerca de la tan afamada llegada de la era de Acuario. Si bien es cierto que el arribo de una nueva era no tiene una fecha exacta(costumbre pobre de la ciencia pervertida de nuestro siglo la de asignar precisiones donde no caben), lo que si se puede decir es que estamos en el punto en el que las ideas de la vieja era caen ante nuestros ojos para dar paso, de forma lenta, a las nuevas que se acercan. Tal proceso puede tardar años, décadas o incluso siglos, pero es reconfortante ver que todo aquel sistema vetusto que solo se mantiene por la inercia y el exceso de control, ya comienza a convalecer.

La constelación de Acuario es la única del zodiaco con un hombre.

Y como se trata de la era de Acuario, es importante reflexionar acerca de este arquetipo, por lo demás, difícil de definir por su propia naturaleza. Acuario fue siempre la casa del viejo Saturno, dios de las normas y los tiempos, que en su forma más dañina ejerce un control excesivo y en su forma más positiva nos hace conscientes de las limitantes de nuestro mundo. Pero con Urano, Acuario pasó a adquirir los dones de esta energía. Si bien el Saturno astrológico que concernía a Acuario era de una naturaleza distinta al de Capricornio, puesto que era menos constreñidor, Urano ha hecho que este signo sea de una sustancia indescriptible, creativa y rebelde. Yo considero que el tomar en cuenta las energías transpersonales, esto es, Urano, Neptuno y Plutón, no ha sido casual, puesto que se han hecho necesarias para desestructuranos a un nivel muy profundo para sentar las bases para ese nuevo mundo, más allá de nuestras comprensiones. Acuario es pues uraniano y propugna por lo nuevo. Y lo nuevo será siempre mal visto por el viejo Saturno, pues no se puede ejercer un control eficaz sobre aquello que se desconoce. Esta hoja en blanco, lejos de los presupuestos, las ideas aprendidas y de acuerdos, es el escenario de Acuario. Por ello resulta chocante. No se hace sencillo enfrentarse al vacío, pero ello es la libertad completa, el valor supremo del acuariano. Así, cuando se alcanza la vaciedad, se puede alcanzar una verdadera creatividad, es decir, un desarrollo más valioso de su par leonino.

Entonces la era acuariana debería encarnar todas estas consideraciones. El punto es que es disruptivo, indescifrable, inclasificable e impredecible, lo que hace que la resistencia sea más grande. A lo que voy es que se ha encarado por parte de la sociedad moribunda, la idea acuariana desde el punto de vista más dañino de Saturno. Esto es desde el control excesivo con la excusa de otro valor acuariano: la comunidad sobre el individuo. Así hemos caído en todo tipo de atropellos a las libertades. Y es que para Acuario, la libertad que es la autenticidad leonina llevada al vaciamiento de ideas, no es fácil, pues debe ejercerse en todo momento para que exista y esto contra la oposición de los acuerdos imperantes. Allí surge otro defecto en el que pueden caer los acuarianos y es el de la terquedad, por la cual censuran todo lo demás. Se trata de un mecanismo de defensa contra lo absurdo imperante. Y en esa censura de ideas anda la sociedad. Aunque bien podría tratarse de un intento pobre de capricornio, es decir del gobierno y las leyes por mantenerse a flote usando, como digo, principios acuarianos de forma maniquea: la libertad y la comunidad.

Con la invención de la pandemia, la sociedad ha puesto a la comunidad por sobre el individuo y ha acallado toda voz que no se acomode al acuerdo obligante. Esto es taimado y desalmado, más aún si tenemos en cuenta que el ser humano es un universo único que solo puede alcanzar su potencial si se libera de las cadenas de los supuestos y comienza a mirarse a sí mismo.

Todo lo anterior lo he dicho para tratar de hacer ver que la era acuariana se está construyendo ficticiamente desde la energía más baja saturnal, y no como debiera ser, desde los valores uranianos.

Y es que Urano es la utopía. Y si lo nuevo no es utópico, entonces no vale la pena, pues si las ideas con las que se construyen los cimientos de una nueva edad ya están pervertidas por la carencia, el miedo, el control y la falta de fe, lo que se materializará será de esa naturaleza. Urano es idealista porque es un Mercurio perfeccionado y sabe que la resonancia de las ideas es la materia del mañana.

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